Beneficios de los ejercicios de fuerza en personas con obesidad

Beneficios de los ejercicios de fuerza en personas con obesidad

Una herramienta clave para acompañar el cambio, mejorar la salud y sostener el bienestar a largo plazo. ¡Seguí leyendo y da el primer paso!

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La obesidad es una cuestión de salud compleja que va mucho más allá de la imagen corporal.

A menudo, trae consigo un conjunto de factores físicos, metabólicos y emocionales que juegan un papel en la calidad de vida. Sin embargo, también puede dar lugar al inicio de un proceso de cambio positivo. En ese camino, la actividad física —y en particular el entrenamiento de fuerza muscular— puede convertirse en una gran aliada¹. ¿Por qué es tan importante y cómo empezar? Te lo contamos en este artículo.

La obesidad y el sobrepeso son desafíos de salud que viven millones de personas en todo el mundo. Pero más allá de los números, esta condición influye en el aumento del riesgo de tener enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otras complicaciones cardiometabólicas. Frente a este panorama, es clave saber que existen herramientas eficaces para prevenir y tratar estas complicaciones. Una de ellas —probada y accesible— es la actividad física, que aporta beneficios concretos en la reducción de la grasa corporal, la mejora del metabolismo y el fortalecimiento del sistema inmune¹.

La acumulación excesiva de grasa en el tejido adiposo no solo interfiere en la composición corporal, sino que también puede desarrollar inflamación crónica de bajo grado, una condición que puede comprometer el sistema inmunitario y favorecer el desarrollo de efectos cardiometabólicos adversos. En este sentido, el ejercicio regular no solo ayuda a disminuir el exceso de grasa corporal, sino que también contribuye a reducir dicha inflamación, mejorando así el estado cardiovascular, la salud metabólica, la aptitud física y el bienestar mental¹.

El rol clave del entrenamiento de fuerza

Incorporar movimiento en la rutina diaria es una de las estrategias más efectivas para acompañar el tratamiento de la obesidad. Sin embargo, no se trata solo de moverse más, sino de hacerlo de manera adecuada y segura. El control integral de la actividad física —que incluya un seguimiento profesional y esté adaptado a cada persona— permite lograr avances sostenibles y, sobre todo, proteger la salud durante el proceso¹.

En este marco, el entrenamiento de fuerza ocupa un lugar central. A menudo asociado al desarrollo muscular, este tipo de ejercicio tiene múltiples efectos positivos en personas con obesidad: puede mejorar la sensibilidad a la insulina, proteger la masa muscular durante la pérdida de peso y contribuir al equilibrio del metabolismo². Además, puede practicarse a cualquier edad y adaptarse a diferentes niveles de condición física¹.

El control integral de la actividad física —que incluya un seguimiento profesional y esté adaptado a cada persona— permite lograr avances sostenibles y, sobre todo, proteger la salud durante el proceso¹.

Para aclarar algunas dudas comunes sobre el entrenamiento de fuerza, exploramos a continuación algunos mitos y verdades que pueden ayudarte a tomar decisiones informadas sobre cómo integrar este tipo de ejercicio en tu rutina.

Claro que la actividad física no actúa sola. Para que tenga un impacto real en la pérdida de peso, debe combinarse con una alimentación adecuada. Seguir un plan alimentario saludable, con adecuado aporte calórico y balanceado, es fundamental para reducir el tejido adiposo.

En este sentido, la combinación de entrenamiento de fuerza, ejercicio aeróbico y una alimentación equilibrada forma un trío poderoso para promover cambios duraderos².

Otra pieza clave en este proceso es la adherencia al cambio de estilo de vida. No se trata de seguir un plan perfecto, sino de encontrar uno que sea posible. La constancia es más importante que la intensidad: el objetivo es que la actividad física no sea una obligación, sino una parte integrada en la vida diaria¹.

El entrenamiento de fuerza en circuito ha demostrado ser muy efectivo para mejorar la condición física. La recomendación general es entrenar tres veces por semana, con rutinas que incluyan tanto el tren superior como el inferior. Y si recién estás empezando, lo más importante es arrancar de a poco: lo que puedas hacer siempre es mejor que no hacer ejercicio⁵.

Antes de comenzar cualquier actividad, es importante consultar con un profesional de la salud, en especial si existen antecedentes de enfermedades cardíacas o problemas articulares. Un chequeo previo permite entrenar con seguridad y prevenir lesiones. También es recomendable contar con el acompañamiento de un profesional del ejercicio físico para que pueda adaptar la rutina a tus necesidades⁶.

El entrenamiento de fuerza en personas con obesidad tiene beneficios que van más allá del cuerpo: puede tener un impacto positivo en la autoestima, contribuir a reducir el estrés, potenciar el ánimo y ayudar a sostener la pérdida de peso a largo plazo⁶. Empezar puede parecer difícil, pero dar el primer paso es más fácil de lo que parece. Animate a moverte, explorá nuevas posibilidades y buscá el acompañamiento adecuado para sentirte mejor cada día. 

Referencias

AR25OB00029 – MAYO 2025 - Material meramente informativo y educacional, con el objetivo de crear concientización. No reemplaza la opinión del profesional de la salud, ante cualquier duda consulte a su médico/a.

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