Iniciar una rutina de ejercicios es más fácil si empezás con metas simples, elegís lo que te gusta y disfrutás del proceso. Seguí leyendo y descubrí cómo dar el primer paso con entusiasmo.
Dar el primer paso hacia una vida más activa puede generar dudas, especialmente si nunca antes tuviste el hábito de hacer ejercicio.
Pero no se trata de exigirse desde el comienzo, sino de avanzar de a poco, con confianza, escuchando al cuerpo y respetando tus tiempos¹.
Para eso, es importante plantearse objetivos realistas y alcanzables. No hace falta entrenar todos los días ni rendir al máximo desde el inicio. Con tres días a la semana, 20 minutos por sesión, ya podés comenzar a notar beneficios. La clave está en la constancia, y para lograrla, las metas deben ser sostenibles y amables con tu propio proceso. Intercalar días de descanso también forma parte del progreso: ayuda a que el cuerpo se recupere y mantengas la motivación¹.
Otra recomendación fundamental es descubrir qué tipo de ejercicio realmente disfrutás. Probar diferentes disciplinas te va a permitir identificar lo que más te divierte. Cuando una actividad nos gusta, es mucho más fácil sostenerla en el tiempo. También puede ayudar reservar siempre la misma hora del día para moverte: al convertirlo en un hábito, cada entrenamiento se siente más natural¹.
Si no hacés ejercicio con regularidad, llevás una vida sedentaria y no te entusiasma la idea de ir al gimnasio, estos consejos prácticos pueden ayudarte a empezar a moverte de forma simple y a tu ritmo.
¿Empezar por cardio o fuerza?
Esta es una de las preguntas más frecuentes a la hora de iniciarse en la actividad física; la respuesta dependerá de tus gustos, tu condición física y tus objetivos. Lo ideal es combinar ambas en la medida que puedas. Una buena forma de empezar es caminar a un ritmo que te desafíe sin dejar de permitirte hablar. Con el tiempo, podés sumar rutinas de fuerza con bajo peso y más repeticiones para cuidar la técnica. Lo importante es avanzar gradualmente, sin exigirse de más¹.
Cuidar la técnica y evitar esfuerzos excesivos desde el comienzo también es clave para no frustrarse ni lesionarse. Menos repeticiones bien hechas valen más que muchas mal ejecutadas. Contar con la ayuda de profesionales, sobre todo al principio, puede hacer una gran diferencia: te van a orientar, acompañar y motivar para que avances de forma segura y a tu medida¹.
La motivación también juega un rol fundamental. Hacer un seguimiento de tu progreso, registrar logros y entrenamientos, y usar tecnología —como apps o relojes inteligentes— puede ayudarte a mantener el foco. Escuchar tu música favorita o entrenar en grupo también suma: hacer ejercicio con otras personas crea compromiso, alegría y un sentido de comunidad que impulsa a seguir¹.
La actividad física tiene múltiples efectos positivos, entre ellos, mejora la salud cardiovascular, colabora en controlar el peso y fortalecer huesos y músculos, e incluso puede tener efectos positivos en el estado de ánimo y el sueño, entre otros. Antes de empezar, es fundamental consultar a un profesional de la salud para conocer tu estado físico y definir qué tipo de ejercicio es más adecuado para vos. Un acompañamiento médico correcto puede darte tranquilidad y ayudarte a iniciar este nuevo hábito de forma segura y duradera².
Empezar a hacer actividad física no requiere grandes sacrificios, sino decisiones simples, constancia y una actitud positiva. Con cada pequeño avance, vas construyendo un nuevo hábito que mejora tu calidad de vida. Recordá que esto no es una carrera. No se trata de llegar primero, sino de disfrutar el camino. No te apures, no te compares y no te castigues si un día no sale como esperabas. Cada paso, por pequeño que parezca, es una victoria hacia un mayor bienestar. ¡Animate a dar el primer paso y disfrutá todo lo que viene después!
AR24OB00138 – JUNIO 2025 - Material meramente informativo y educacional, con el objetivo de crear concientización. No reemplaza la opinión del profesional de la salud, ante cualquier duda consulte a su médico/a.
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