La obesidad es una condición que va más allá de los números en la balanza: es un factor clave en el desarrollo de diversas enfermedades crónicas y complicaciones de salud.
Sin embargo, con un diagnóstico temprano y un enfoque proactivo, es posible tomar el control y reducir significativamente sus riesgos asociados. Identificar esta condición a tiempo no solo mejora la calidad de vida, sino que también abre las puertas a tratamientos más efectivos y personalizados¹.
La obesidad no es solo una cuestión estética; es un factor de riesgo para otras condiciones de salud como diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, artritis, enfermedad del hígado graso no alcohólico y apnea del sueño, entre otras. Un diagnóstico precoz permite implementar estrategias de prevención y tratamiento antes de que estas patologías se manifiesten, mejorando así el pronóstico y la calidad de vida².
¿Cómo se diagnostica la obesidad?
El diagnóstico de la obesidad comienza con una evaluación médica integral, que incluye el examen físico y la historia clínica del paciente. Una de las herramientas más utilizadas es el cálculo del índice de masa corporal (IMC), que establece si el peso de una persona es saludable en relación con su altura. Además, este dato permite definir objetivos de tratamiento y evaluar posibles complicaciones de salud².
Es recomendable que adultos y niños mayores de dos años realicen un control del IMC al menos una vez al año. Esta evaluación permite hacer un seguimiento de la composición corporal a lo largo del tiempo y detectar cambios que puedan requerir intervención. Un aumento sostenido del IMC, incluso dentro de rangos considerados saludables, puede indicar una acumulación de grasa que incremente el riesgo de enfermedades asociadas al sobrepeso².
Sin embargo, el IMC no es la única medida para evaluar la obesidad. Existen otros métodos que pueden proporcionar información más detallada sobre la distribución de la grasa corporal, como la circunferencia de la cintura, el índice cintura-cadera y el grosor de los pliegues cutáneos. Técnicas más avanzadas como el ultrasonido y la bioimpedancia, que permite medir la composición corporal en segundos, pueden ofrecer una evaluación más precisa. Un profesional de la salud puede indicar cuál de estos estudios es más adecuado para cada persona.3,4
¿Por qué realizar una evaluación de obesidad?
La evaluación de la obesidad no solo ayuda a detectar el aumento de peso a tiempo, sino que también orienta sobre las mejores estrategias para prevenir complicaciones. Si una persona ya presenta obesidad o sobrepeso, esta evaluación permite monitorear su estado de salud y definir el enfoque de tratamiento más adecuado. Conocer los niveles de riesgo es clave para elegir las mejores opciones terapéuticas y adoptar hábitos de vida más saludables².
Por otro lado, el abordaje de la obesidad debe ser multidisciplinario, combinando el trabajo de médicos, nutricionistas, profesionales de la actividad física y especialistas en salud mental. Desde la atención primaria, es fundamental que las personas con obesidad o sobrepeso tengan acceso a un equipo de profesionales que los guíen en la adopción de cambios sostenibles en su estilo de vida. Contar con apoyo psicológico y estrategias personalizadas de alimentación y ejercicio puede marcar la diferencia en el tratamiento y prevención de la obesidad⁵.
El diagnóstico temprano de la obesidad es el primer paso hacia una vida más saludable. No se trata solo del peso en la balanza, sino de prevenir complicaciones, mejorar la calidad de vida y ganar bienestar. Ante cualquier duda, no esperes: consultá con un profesional de la salud y empezá hoy mismo un camino hacia tu mejor versión. ¡Tu salud lo vale!
AR25OB00018 – MARZO 2025 - Material meramente informativo y educacional, con el objetivo de crear concientización. No reemplaza la opinión del profesional de la salud, ante cualquier duda consulte a su médico/a.
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