Ejercicio y salud mental: realizar actividad física para reducir el estrés

Ejercicio y salud mental: realizar actividad física para reducir el estrés

Descubrí cómo el ejercicio puede ayudar a manejar el estrés y por qué debería ser parte de tu plan de bienestar. ¡Lee el artículo completo y empezá hoy un cambio positivo!

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Cuando hablamos de obesidad, solemos pensar en calorías, balanzas y dietas.

Sin embargo, es una condición compleja, atravesada por diferentes factores, dentro de los cuales los factores emocionales y psicológicos pueden influir tanto en su desarrollo como en su tratamiento. En este contexto, el ejercicio no solo contribuye a mejorar nuestra condición física, sino que también puede tener un impacto positivo en el estado de ánimo, la motivación y la gestión del estrés, tres aspectos claves que colaboran en la posibilidad de sostener hábitos saludables a largo plazo¹.

Uno de los efectos más conocidos del ejercicio es la liberación de endorfinas, sustancias que pueden contribuir al bienestar, la energía y el placer. Por eso, quienes se ejercitan con frecuencia pueden experimentar mejoras en el estado de ánimo, un mayor nivel de energía durante el día, un sueño más reparador, y una mejor disposición emocional frente a los desafíos cotidianos. Estos beneficios son especialmente relevantes en personas con obesidad, que también convivan con síntomas de ansiedad o depresión¹.

Y lo mejor es que no hace falta llevar una rutina exigente para lograrlo: la evidencia científica muestra que incluso niveles moderados de actividad física pueden generar un cambio positivo y sostenido en el tiempo². En este sentido, no importa tanto el tipo de ejercicio, sino la constancia y la conexión que logremos con el cuerpo mientras nos movemos¹.

El poder del movimiento consciente

Actividades moderadas como caminar, bailar, andar en bicicleta o practicar yoga ya pueden marcar la diferencia, lo importante es encontrar una actividad que te guste y te resulte sostenible. El disfrute es clave para mantener la constancia, y esa constancia es lo que genera un cambio real³. Y si a esto le sumamos atención plena (mindfulness) —es decir, estar presentes y conscientes del propio cuerpo y las sensaciones mientras nos ejercitamos—, el efecto puede ser aún mayor. Este enfoque ayuda a reducir la rumiación mental, mejorar el ánimo y reconectar con uno mismo².

El impacto emocional del movimiento va mucho más allá del momento del ejercicio. A continuación, te mostramos algunos de sus principales beneficios para la salud mental:

Como en cualquier cambio de hábito, contar con acompañamiento profesional puede marcar la diferencia. El tipo, la intensidad y la frecuencia del ejercicio deben adaptarse a las necesidades, posibilidades y condición física de cada persona. Y si bien el movimiento puede formar parte de un plan integral para mejorar la salud emocional, no reemplaza otros abordajes necesarios en situaciones que lo requieran. La clave está en encontrar un equilibrio que sea sostenible y respetuoso con el propio cuerpo1.

Si hace tiempo que no hacés actividad física o tenés alguna condición de salud, conversalo con tu equipo médico antes de empezar. Lo importante es comenzar de a poco, con metas concretas y realistas, que puedan sostenerse en el tiempo. No es necesario inscribirse en un gimnasio: cualquier forma de movimiento suma. Elegí algo que disfrutes, buscá compañía si eso te motiva, y registrá tus avances³. Cada pequeño paso cuenta en el camino hacia una vida con menos estrés y más bienestar.

Referencias

AR25OB00030 – ABRIL 2025 - Material meramente informativo y educacional, con el objetivo de crear concientización. No reemplaza la opinión del profesional de la salud, ante cualquier duda consulte a su médico/a.

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